Multifacética, es un adjetivo perfecto para describir a Verónica Martínez Castro. Reconocida abogada, largamente formada y con una labor académica y profesional internacional. También, artista visual e ilustradora. Su trabajo es apasionado y logra transmitir sus anhelos, deseos y sueños.
Verónica Martínez Castro es abogada de profesión y artista visual por elección. A través de la técnica del collage, a la que dedica gran parte de su tiempo una vez que termina su jornada laboral como directora legal de una empresa de tecnología, comparte su singular mirada sobre la vida. “Estudié abogacía, una profesión preciosa que me ha permitido tener muchas experiencias creativas. Pero mi mayor pasión siempre fue el arte”, reconoce la mujer de 55 años oriunda de Firmat, Santa Fe.
Se graduó en la Universidad Nacional del Rosario y cuenta con tres maestrías, dos recibidas en Madrid, España en Derecho Internacional y en Relaciones Internacionales y una en UCEMA en Administración de Empresas. Además, recibió varios premios internacionales por su desempeño académico y profesional. Allá por los 90, cuando regresó al país, se dedicó a cuestiones legales vinculadas al petróleo y el gas. Hoy, se desarrolla como Directora Legal y de Gobierno Corporativo en Global Processing S.A.
Verónica también es coach y artista visual, ilustradora de revistas y libros y creadora de PULSO (un proyecto de arte colaborativo y solidario, declarado de interés educativo y de diseño por la Universidad de Palermo en Buenos Aires).
Un lado social
La artista colabora en organizaciones y fundaciones cuya misión es dar visibilidad a mujeres y jóvenes, acompañándolas/os en su trayectoria personal y profesional en forma inclusiva, innovadora y creativa. Su proyecto más reciente, FABULOSAS, tiene como propósito iluminar y dar visibilidad a la longevidad por medio del arte. El mismo, fue calificado de interés social y cultural por varios medios y organizaciones sociales y civiles de Argentina y Francia.
Asimismo, Verónica es miembro activo de fundaciones y organizaciones. Ejemplo de ello es que es Embajadora de Fundación Flor, Mentora y Embajadora de Vital Voices, y Madrina de Fundación Make-a-wish®. También, escribe columnas para la revista Be Cult e Infobae.
Su mayor virtud
Nació con la capacidad de, a través de sus creaciones, invitar a reflexionar sobre los anhelos más profundos, para hacer de la vida un mapa en el que por fin un individuo se reconoce.
El gusto por el arte visual la acompañó siempre, aunque el encuentro definitivo con éste fue de una manera casual. Las fotos de un viaje le sirvieron de materia prima: las imprimió, recortó algunas, pegó unas sobre otras. Agregó a su antojo nuevos contornos y rostros. Entonces apareció el collage, como una forma de plasmar lo que vivía en su interior, pero que todavía no había descubierto.
Con el tiempo, ese primer acercamiento la inspiró a centrarse en el mentoreo de mujeres jóvenes a través de un objetivo fundamental: ayudarlas a no postergarse, especialmente después de tomar la decisión de hacer pareja o de tener hijos. También, a emprender un viaje interior para liberar los anhelos más profundos y plasmarlos en un presente posible, en lo que se sustenta su trabajo.
“El encuentro con el otro, es lo que dibuja el verdadero sentido de lo que hago. Porque la posibilidad del crecimiento humano siempre está disponible. Para lograrlo, es fundamental no abandonar los procesos, del tipo que sean. La clave, es amar lo que hacemos cada día y mientras andamos buscar nuevas formas de mirar y de mirarnos”, reconoce.
Lo mágico de manifestar con el arte
Verónica Martínez Castro cree en la eficiencia de la comunicación y el trabajo en equipo, y en construir relaciones sólidas con audiencias relevantes en todos los niveles de gestión. Se define como autodidacta y curiosa del arte de manera diferente.
“Mi obra nació del entusiasmo por fotografiar la vida, sus lugares y el ansia de trascender a las imágenes, interviniéndolas con diversos materiales, texturas y paletas de colores. El soporte gráfico de mi obra nace de un gesto intuitivo, de una relación amorosa entre la fotografía y el retrato que se apoya a la vez sobre el cimiento de mis propias palabras. Todas mis obras nacen de observar que, en la era de la conectividad, estamos desconectados de nosotros mismos”, resaltó.
Foto: Eve Grynberg
“Soy autodidacta evolucioné impulsada por mi espíritu itinerante y el afán de transmitir la dicha, la opulencia, la aflicción, el olvido, la indiferencia, la magia, el misterio, el deseo, entre tantos otros sentimientos que desvelan al ser humano”, explicó.
La artista utiliza para sus obras la técnica de “collage”. Recicla revistas, libros antiguos, fotografías, imágenes diversas y papeles de colores. Se vale de tijeras, pegamento y marcadores de color.
Más sobre Pulso
Es un espacio de arte colaborativo y solidario que creció con el mentoreo de la fotógrafa Andy Cherniavsky. “Pulso nació como un desafío a mí misma: retratar a 50 mujeres en 50 días, que fueron 80 mujeres y 80 días finalmente”, explica Vero.
“He observado que, transitando la era de la conectividad, estamos atravesando épocas de desconexión. Desconocemos nuestro propio PULSO, lo que nos hace latir, lo que vibra con y en nosotros. Ese desconocimiento provoca desamor, desapego, angustia, dolor. Porque todos pulsamos, quiero transformar a PULSO en una herramienta simple y amorosa que nos acompañe a despertar la sensibilidad, como hilo conductor que resignifique una obra de arte en un elemento de autoconocimiento personal y del mundo que nos rodea. Desde PULSO intentamos derramar, desde cada corazón que reconoce su PULSO, un latido de vida hacia los demás”, describe su proyecto del cual es CEO.
“Al encontrarnos, encontramos al otro. Y en el otro, somos uno”, cierra.